El modelo 1 a 1 permite a los estudiantes trabajar de
forma individual y colectiva, vinculándose entre ellos y el docente de forma
más fluida y ubicua. Se nos habla de multiplicidad de tareas, de acceso
personalizado directo e ilimitado, de recursos que están al servicio del
proyecto didáctico y no a la inversa, lo que demanda una nueva organización.
Trabajar con proyectos colaborativos demanda una
organización aún más dedicada de los diferentes contenidos escolares. El proyecto
proporciona el contexto, a partir de él aparece la necesidad de las disciplinas
y de una organización específica. El proyecto colaborativo desarrolla
capacidades de diferente tipo y nivel, competencias de expresión oral y
escrita, y habilidades para el trabajo grupal, además de entrenar para la
solución de problemas.
Para el
docente es un desafío. Deberá elegir los recursos de acuerdo al proyecto
didáctico, conocer las funciones y posibilidades de cada recurso y explotarlas
en función del objetivo; comprender por
qué y cómo es necesario trabajar con las tecnologías y relevar
problemas que enfrenta cada escuela en su uso.
En el proyecto colaborativo, el docente es
mediador. Podrá desconocer alguna herramienta, serán sus propios estudiantes
los que provean de la información, pero siempre será quien guiará sus pasos
para un uso responsable y creativo… “la
pericia, la creatividad y la sensibilidad –todas facetas de la intuición–,
equilibrando las fuerzas de la razón, la reflexión y la
explicación, serán una valiosa fuente a recuperar para orientar la tarea del
docente...La comprensión de una disciplina no solo conlleva conocimiento del
“nivel del contenido” (hechos, procedimientos), sino también lo que podría
llamarse conocimiento de “orden superior”, acerca de las estrategias de
resolución de problemas, estilos de justificación, explicación y características
investigativas del dominio en cuestión, porque es este nivel el que incide en
la capacidad de hacer, de resolver problemas, de plantear abordajes, etc.”
El éxito
de un proyecto depende de la colaboración de cada miembro y de compartir la
información. Este cambio se ha notado en
grupos que se comunican de forma fácil y constante, no solo entre estudiantes y profesor, sino
entre profesores de diferentes áreas e incluso entre docentes y familias, las
actividades se combinan e integran con otras y hacen a una mejor organización
interdisciplinaria.
A estos contenidos y proyectos se arriba
con los recursos de que se dispone. Con tanto recurso tecnológico disponible y
variado, ya no es posible negarse al cambio. Hay que buscar la manera de poder
utilizarlos y de formas creativas. El celular es una de esas herramientas y una
muy buena, no sólo para comunicación, sino a través de todas y cada una de sus
aplicaciones. Es imposible citar sus innumerables usos en cada área educativa: cámaras,
mp3, para grabar un corto para Literatura, fotografiar especies para Biología, usar
sus calculadoras incorporadas para los ejercicios de Física o Matemáticas, etc.
En el
Área Inglés, el celular es útil al momento de consultar diccionarios,
enciclopedias u otras fuentes de información dependiendo del tópico o tema en
cuestión. Muchos sitios en la red sugieren su uso como comunicación con el
profesor a través de Twitter o alguna sala de chat para hacer preguntas.
Existen plataformas educativas que tienen sus propias aplicaciones para poder
utilizarlos desde el celular.
Existe
otra cuestión que es crucial: en todos los reglamentos o códigos de convivencia
se prohíbe el uso del celular en clase. Creo que es válido si se piensa en no
molestar contestando llamadas o interrumpir la clase con ruidosos ringtones.
Como en toda convivencia, se respetarán las reglas de la misma, para el trabajo
en conjunto, respetando derechos de cada miembro.

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